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El Mandarín |
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Cerca del corazón salvaje |
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Libro del desasosiego |
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Últimos comentarios
Bernardo Soares es el protagonista de este libro, porque Pessoa lo sitúa como autor (aunque también afirmó que se parecía o se identificaba mucho con él). Soares prefiere no tener novias o amigos porque piensa que cuando uno, por ejemplo, se enamora lo que hace es diseñar una imagen ideal de una mujer, la cual se deteriora o desaparece cuando conoce de verdad a esa mujer. Este es el motivo por el que prefiere no acercarse a nadie y mantenerse en el mundo de los sueños o de lo que imagina que puede ser cada persona: las novias no son reales. Es como un Segismundo consciente de que prefiere moverse en el mundo de las ensoñaciones. Lo que ocurre también es que la realidad en la que vive es la del desasosiego y el aburrimiento.
Me encuentro con un libro extraño. Hay entradas en el diario que son muy narrativas, en el sentido de que cuentan peripecias y, también, hay entradas que son puras poesías, maravillosos poemas sobre las sensaciones de una noche lluviosa y sus sonidos o la mañana de lluvia del día posterior.
Muy recomendable para grupos de lectores porque ofrece una gran variedad de registros y oportunidades para el diálogo.
Juana lo vive todo desde un foro interior (en esto me acuerdo del libro del desasosiego y la visión de Pessoa y me pregunto si puedo abstraerme a la tentación de imaginar una saudade o una melancolía especial en el mundo lusoparlante). Cada relación con los demás es un problema, de un modo u otro. Me llama la atención la relación que tiene, sobre todo, con las otras mujeres, que parece que las admira y le dan miedo a la vez, porque son poderosas y algo así como fuerzas elementales de la naturaleza.
Volvemos a la idea de Pessoa (ya se que no tiene nada que ver) en la que el hombre se enamora de una mujer ideal y misteriosa. Luego se acaba cansando de tato misterio y silencio, para volver con su amante de antes, menos complicada, aburrida y obediente, a la que deja embarazada.
Libro maravilloso para compartir en clubes de lectura y explorar sentimientos y las relaciones entre mujeres y hombres.
A quienes nos gusta Lisboa y la conocemos bien el libro nos engancha desde la primera página, desde la primera línea.
Es gracioso el afrancesamiento de la intelectualidad portuguesa y no solo de la intelectualidad, que se ve todos esos devaneos de la alta burguesía con los niditos acolchados en los Campos Elíseos y en las repetidas referencias a la moda o las costumbres francesas.